Mayo de 2000

PARA SENTIR CON LA IGLESIA

por el P. Manuel Martínez, MCR


"CAUSA DE NUESTRA ALEGRÍA"

En una audiencia en el aula Pablo VI, S.S. Juan Pablo II, después de afirmar que María es hija predilecta del Padre, recordó que las primeras palabras que el Padre dirigió a María, por medio del arcángel san Gabriel, fueron: "Alégrate, llena de gracia". El Papa añadió:

"Alégrate, llena de gracia es una fórmula de saludo que puede ser entendida como una invitación a la alegría. Con esta primera palabra dirigida a María, el Padre revela su intención de comunicar la alegría, la verdadera y definitiva, a la humanidad... La infinita ternura de Dios-Amor se revela en los rasgos maternales de la Madre de Jesús. María es la única madre que puede decir a Jesús Hijo mío. Jesús dice al Padre Abba, Papá, mientras dice mamá a María mostrando en este nombre todo un afecto filial".

Seamos nosotros la alegría de María, la Madre de Dios; como Jesús, digámosle con ternura y devoción: Mamá, te quiero con todo mi corazón, porque eres mi Madre y la Madre de Dios.

"UNA GRAN RESPONSABILIDAD Y UN DESAFÍO"

Juan Pablo II, después de analizar profundamente la realidad sociopolítica del Paraguay, dirigiéndose a la embajadora de esta nación hermana, le dijo:

"El gobierno tiene ante sí una gran responsabilidad y un desafío a su capacidad creativa para lograr una sociedad más armónica, basada en la verdad, la justicia y la solidaridad..., remediar las condiciones de vida de los más desprotegidos, poner freno a la corrupción de los poderosos en perjuicio de los débiles e impedir el empobrecimiento paulatino de amplias capas de la población... Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia..., pues sin una verdad última que guía y oriente la acción política, las ideas y las convicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de poder".

Estas palabras del Santo Padre, me hicieron recordar otras del obispo José Guerra Campos, quien, dirigiéndose a los poderosos de España, les recordó que es contradictorio dar por bueno un sistema que lleva legítimamente a efectos inadmisibles y que, por tanto, no es posible en conciencia instalarse tranquilamente en este sistema sin hacer lo necesario para enderezarlo y desligarse de responsabilidades que no se pueden compartir porque son esencialmente anticristianas.


Revista 653