El organismo federal alemán para el control de fármacos,
apoyado en una decisión del Parlamento (Bundestag), acaba de registrar
la píldora RU-486, abriendo así el camino a su difusión
en el país. Esa píldora, producida en Francia desde el año
1988, tiene efecto abortivo dentro de los primeros tres meses de embarazo.
Ya se vende legalmente en Francia, Suecia y Gran Bretaña, y se ha
solicitado su autorización en otros ocho países europeos.
La decisión de las autoridades alemanas ha suscitado fuertes
reacciones de los católicos y de otros movimientos religiosos, así
como de los partidos políticos interesados en la defensa de la vida
de los niños por nacer.
La producción de la píldora RU-486, con todas sus derivaciones,
pone de manifiesto en los diversos países una mentalidad que ha
sido definida “cultura de la muerte”. La vida por nacer es considerada
un “objeto” y se aplica la ley del más fuerte, pues destruye un
inocente que no puede defenderse ni pedir socorro.
Contra la píldora abortiva y la mentalidad abortista el magisterio
de la Iglesia ha brindado argumentos de razón y de fe. El Papa Juan
Pablo II los ha repetido en numerosas ocasiones. Lo mismo han hecho los
episcopados de los países afectados. Por lo que respecta a Alemania,
mientras en el país se debatía la cuestión, la Conferencia
episcopal mostró su firme reprobación. El presidente del
Episcopado, mons. Karl Lehman, declaró: “Todo aborto es y sigue
siendo injusto. La píldora RU-486 no constituye absolutamente ningún
progreso en favor de las mujeres, como se quiere sostener. La Conferencia
episcopal alemana lamenta profundamente que estos argumentos no hayan sido
escuchados y no dejará de luchar, con todos los medios posibles,
en favor de la vida de los niños por nacer, amenazados por esta
autorización.
Por su parte, el cardenal Joachim Meisner, arzobispo de Colonia, afirmó:
“Hoy es un día de luto para Alemania. La autorización de
la píldora RU-486 es una violación del derecho. Cuando un
organismo federal autoriza un medio para matar a las personas con el nombre
de fármaco o medicina, pretende conscientemente, de modo intolerable,
quitar importancia al asesinato de niños por nacer. Se ha puesto
al servicio de grupos de presión y ha faltado gravemente a su deber.
Pido al ministro competente, a los miembros del Parlamento y a todos los
tribunales, que impidan esta injusticia”.